Inicio de una serie de publicaciones dedicadas a la teoría y práctica del color en fotografía. En sucesivas entradas, veremos todo lo relacionado con la «Teoría del Color», sus fundamentos y sus leyes, ilustrada con ejemplos prácticos de imágenes sobre los conceptos expuestos.
El color es un elemento fundamental del lenguaje visual y de gran peso en la composición de una imagen. La vida es color, vivimos rodeados de colores y gracias a ellos interpretamos el mundo y experimentamos sensaciones y emociones.
Es por ello que creo necesario conocer este elemento visual, su significado y las reglas que lo gobiernan, en aras de conseguir armonía y mayor impresión estética de nuestras imágenes.
TEORÍA DEL COLOR EN FOTOGRAFÍA
Contamos con muchos conocimientos sobre el color acumulados durante siglos en el arte, a través de los grandes maestros de la pintura. Gracias a ellos sabemos que combinaciones de colores resultan más armónicas o como enfatizar el sujeto principal en base al contraste cromático, por ejemplo. Estos conocimientos son también aplicables en Fotografía. Lógicamente, no disponemos del grado de libertad de un pintor para escoger los colores de su paleta, pero si poseemos recursos, tanto para elegir (en la captura) como lograr (en el procesado) una determinada combinación cromática.
Toledo con un tono naranja, por las luces ya encendidas y la luz del atardecer, destaca porque está rodeada del azul del cielo y del río. Naranja y azul son colores complementarios. Además está el verde de la vegetación y el púrpura del cielo, también complementarios entre sí. Estos colores armonizan en una tétrada o combinación cromática de cuatro colores, complementarios dos a dos. Y esta misma mezcla de colores es la que utiliza Van Gogh en su obra «Terraza del Café de Arlés»
Van Gogh utilizaba el color como medio de expresión emocional. Para él, lo más importante eran las sensaciones que experimentaba y que trataba de expresar en su obra. “No quiero reproducir exactamente lo que tengo delante de los ojos, sino que me sirvo arbitrariamente del color para expresarme con más fuerza”, dijo.
Esta pintura está llena de tonos alegres, acordes con su buen estado de ánimo entonces, por encontrarse en Arlés y la proximidad de la visita de Gauguin. Resulta obvia la interpretación personal de los colores y la armonía cromática resultante, producto de los tonos cálidos utilizados para las iluminaciones y los fríos para las sombras.
PERCEPCIÓN PSICOLÓGICA DEL COLOR
Goethe realizó un conjunto de experimentos con los que se inició la Psicología del Color. Hoy sabemos que los colores cálidos transmiten energía, alegría y sensación de cercanía. Los colores fríos, por el contrario, transmiten lejanía, calma y tristeza.
Además existe un componente cultural asociado a la interpretación de un color. En nuestra cultura, el negro, por ejemplo, es un color asociado a la elegancia, pero también al duelo y la muerte. Sin embargo para un Masái, el negro es símbolo de vida y prosperidad, quizás porque oscuro, casi negro, es un cielo tormentoso que trae la esperada lluvia en un ambiente desértico.
Mediante el color podemos reforzar el mensaje que transmite una imagen y provocar en el espectador una sensación emotiva, gracias a nuestra percepción del mismo.
En la imagen anterior se produce armonía por contraste entre colores complementarios, azul y rojo. Los tonos cálidos del atardecer nos producen sensación de cercanía y belleza, quizás por eso la pareja decidió besarse. El beso como expresión de amor, en la imagen, se ve reforzado por los tonos rojos del cielo y su reflejo en el agua. Esa misma imagen unas horas antes, con un cielo azul, hubiese tenido menos contraste cromático, menos fuerza visual y un mensaje más endeble.
Esta percepción psicológica del color es utilizada hasta la saciedad en los mensajes publicitarios. El verde, por ejemplo, que en nuestra cultura, se asocia a “ecológico”, aparece en todos los productos relacionados con este concepto. El rojo, relacionado con el amor y la pasión, aparece en los productos (perfumes, ropa, etc.) y mensajes publicitarios sobre este tema. Lo mismo ocurre con muchas manifestaciones culturales: novias de blanco, rosas rojas como expresión de amor, etc.
EL COLOR Y EL TIEMPO
El color está íntimamente relacionado con los ciclos temporales naturales. Baste, como muestra, que asociamos un color (verde, amarillo, rojo, blanco) con cada estación (primavera, verano, otoño e invierno).
Los colores se van modificando también a lo largo del día. Aparecen más saturados y contrastados al amanecer y atardecer. A mediodía, sin embargo, son más brillantes pero menos contrastados, porque la alta luz incidente aumenta su luminancia y baja su saturación.
Para el fotógrafo de naturaleza, el color es además una valiosa fuente de información respecto a los ciclos biológicos de las especies. El plumaje de las aves, por ejemplo, cambia según su edad y su ciclo reproductivo.
El color rojo de las bayas y el tono ocre de las hojas de este agracejo, sitúan esta imagen en el otoño. La película de hielo alrededor de las hojas y el rocío de los frutos, todavía lozanos, afinan la precisión temporal e indican ya un otoño tardío o comienzos del invierno. La presencia de hielo solo en las hojas, indica que ha comenzado ya el deshielo porque ha salido el sol, lo que también se aprecia en el naranja translúcido de las hojas, y en la luminancia (brillo o cantidad de luz) de los frutos inferiores. La iluminación lateral y las sombras suaves, indican que es un sol todavía bajo de primera hora de la mañana. Gracias a los colores podemos definir con bastante exactitud el momento de la imagen.
COLOR Y LUZ
La luz, que es la materia prima con la que trabajamos los fotógrafos, no solo se modifica durante el día, sino también con las condiciones meteorológicas. Todo ello hace que los colores tengan una apariencia diferente en cada momento. Una mañana de niebla, los colores aparecerán más fríos y planos, apenas sin contraste, mientras que ese mismo día, durante el crepúsculo, ya sin niebla, serán bastante más cálidos y saturados.
Este flamenco en la niebla es una imagen fría, con apenas dos tonos, azul y rosa, poco saturados por la iluminación difusa que provoca la niebla. Ésta, también difumina los límites entre los elementos, creando un gran espacio negativo en la imagen, dotándola de cierto misterio. Esta atmósfera de quietud y sutil delicadeza se ve, favorecida por esos tonos pastel poco saturados.
En un atardecer despejado, por el contrario, predominan los tonos cálidos y los colores están más saturados lo que se traduce en una imagen mucho más cálida y enérgica. El plumaje blanco del flamenco aparece azulado en la sombra, realzado por oposición con el naranja cálido de las iluminaciones del agua y el rosa saturado.
El contraste de la imagen es resultado del color más que de la iluminación. Como puede apreciarse, no hay contraste lumínico (blancos y negros puros) y las sombras son muy suaves, debido a que ya se ha puesto el sol y la luz que incide es toda reflejada.
¿PODEMOS INFLUIR EN EL COLOR DE UNA FOTOGRAFÍA?
La respuesta es sí. En muchos casos podemos seleccionar los colores en la captura. En fotografía de naturaleza, podemos modificar el fondo variando el ángulo de la cámara. Con un contrapicado, por ejemplo, obtenemos el azul o naranja del cielo, mientras que con un plano medio o un picado obtendremos los verdes o amarillos de la vegetación . También podemos escoger los colores eligiendo el momento, como hemos visto en el apartado anterior. Lo importante es ser conscientes de que colores incluimos en la escena como un elemento compositivo más.
El tono púrpura de las flores exigía buscar un fondo verde, su complementario, para lograr contraste y armonía cromática. Con las flores, es relativamente fácil lograrlo, podemos movernos a su alrededor y buscar el ángulo de captura adecuado para seleccionar el fondo. El juego entre complementarios casi siempre funciona.
EL COLOR EN LA COMPOSICIÓN
El color es un elemento formal del lenguaje visual. Conocer su significado y la del resto de elementos, modifica nuestra propia percepción. Como resultado buscamos encuadres en los que los elementos armonicen y creen impacto. A través del visor de la cámara, además de la escena, vemos un conjunto de puntos, líneas, y tonos cromáticos con un determinado resultado estético. Se trata, en definitiva, de que miremos con los ojos de un pintor.
En este retrato de perdiz, predomina el tono naranja, con diferentes grados de luminancia y saturación que se traduce en distintos colores dentro del mismo tono. El contraste con el azul del plumaje, su complementario, destaca al sujeto. Pero esto ocurre también, porque es la única parte enfocada del encuadre (el enfoque selectivo, otra herramienta para la composición).
El primer plano y el fondo, desenfocados y de un tono uniforme, no solo no restan importancia al sujeto, sino que en este caso, además, lo complementan. La paja es un patrón de líneas diagonales que apuntan al ángulo superior izquierdo, la misma dirección en la que mira la perdiz. Esto crea un punto de interés fuera del encuadre. Pero el elemento visual de más peso en la imagen es un punto, el ojo, que reforzado por el rojo, color de gran peso visual, se convierte en el centro de interés de la fotografía.
CONTROL DEL COLOR EN FOTOGRAFÍA
Lo primero que haremos, pues, para aplicar la Teoría del Color en fotografía, es seleccionar el encuadre, buscando que los colores que aparecen en el mismo respondan a las reglas cromáticas. Lo segundo, y no menos importante, será aplicar los conocimientos teóricos sobre el color en la edición de nuestras fotografías.
Atrás quedó el tiempo en que el soporte de las fotografías era en película y los fotógrafos poco podíamos hacer, salvo mandarlas a un laboratorio de revelado. Ahora podemos editar nuestras fotografías e influir en las propiedades del color, desde la temperatura y matiz del color de toda la imagen, hasta la saturación y luminosidad para cada uno de los tonos de la misma.
Hay que aclarar que no es cuestión de «desnaturalizar» “ la imagen, más bien al contrario. Las herramientas de edición nos permiten adaptar el archivo original al resultado final que teníamos en mente. Vamos a ver un ejemplo con una foto de Toledo
En esta captura de pantalla aparece el archivo original (raw) antes de actuar sobre el color. Se aprecia (resaltado en rojo) que la temperatura de color del archivo es de 4000º K. El balance de blancos está bien (corregido por mí en la captura) como se aprecia en el equilibrio fríos-cálidos (azul-naranja). Sin embargo existe una predominante naranja en los edificios que se impone e impide apreciar otros colores.
Aquí vemos que bajando la temperatura de color a 2.837º K, conseguimos que aparezcan más tonos (aparecen los verdes, amarillos y azules de los edificios) y una apariencia más natural de estos.
Actuando selectivamente sobre el cielo, solo con la temperatura de color y la exposición, podemos conseguir que, incluso, hasta aparezcan estrellas sobre el cielo de Toledo, como en esta del Alcázar realizada la misma noche.
No es así, con esa temperatura de color, como lo vemos en la realidad de noche, pero si es como deberíamos verlo si la iluminación artificial fuese neutra y no presentara ninguna dominante de color.
LA FOTOGRAFIA COMO EXPRESION PERSONAL
La idea es que pensemos más en crear que en obtener imágenes. Ante un paisaje, por ejemplo, comenzamos, seleccionando una porción del mismo por sus valores compositivos . Después estudiaremos el color y pensaremos que tonos queremos incluir. Puede que para ello necesitemos volver en otro momento. Lo importante es imaginar una imagen y tratar de realizarla.
Después, en la edición, llevaremos esos colores a su máxima expresión en función del mensaje que queramos transmitir. Si nuestra intención, por ejemplo, es transmitir calma, tranquilidad utilizaremos tonos pastel con colores poco saturados. Si por el contrario queremos comunicar, fuerza, energía, buscaremos el contraste cromático con colores más saturados. Lo mismo ocurre con el matiz emocional que queramos expresar, utilizando los colores de acuerdo a la interpretación que hacemos de los mismos.
Hay imágenes que las podemos planificar pero, como bien sabemos los fotógrafos de naturaleza, otras muchas no tanto, sobre todo cuando fotografiamos fauna. Aún en estos casos, disponemos de cierta libertad para ordenar los elementos que aparecen en el encuadre.
Cuando apareció el arco iris, en la localización que estaba, no había nada interesante, ni aves a la vista. Consciente de que la presencia del arco iris suele ser efímera, en vez de moverme para buscar un encuadre mejor, decidí quedarme y esperar a que, con suerte, apareciera alguno volando (frecuente al atardecer en un humedal). Rápidamente monté la cámara sobre un trípode (había poca luz), seleccioné el encuadre, ajusté los parámetros y esperé. Dos tarros blancos aparecieron dos minutos después. Al poco, el arco iris se esfumó.
Dentro de las restricciones espacio-temporales que tenía, pude urdir cierta planificación. Elegí la distancia focal de 600 mms, para asegurar que el arco iris ocupara buena parte de la imagen. También pude seleccionar el encuadre, para incluir suelo, y obtener así sensación de lugar y más información cromática .
Quiero acabar esta entrada citando a Susan Sontag, con una frase que figura en el pie de página de esta web. Creo que define, con escueta precisión, la Fotografía como forma de expresión personal:
“La Fotografía es, antes que nada, una manera de mirar, no es la mirada misma.”
Creo que esa mirada única y particular que cada uno tenemos, es la que debemos cultivar en nuestras imágenes. Para ello, conocer y aplicar la Teoría del Color nos será de gran ayuda.
En la próxima publicación, Fundamentos del color, comenzaremos con la aplicación del color en fotografía
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