LA IRA
Esa misma noche, Leví se acomodó vigilante tras una ventana desde la que se divisaba la mayor parte de los muros que rodeaban el jardín, Fernando saltó la tapia como de costumbre pero Leví no pudo verle porque la morera tapaba el rincón por el que accedía.
Con el transcurrir de las noches sin apenas sobresaltos, los jóvenes habían ido relajando los cuidados del principio y se entregaban a sus juegos amorosos de forma más descubierta. Cuando Fernando y Raquel se encontraron esa noche comenzaron a besarse como de costumbre y , paulatinamente, se fueron desprendiendo de sus ropajes. La pasión del momento les condujo hasta el pozo, dónde había espacio suficiente para tumbarse en el suelo. Fue entonces cuando Leví vio el brillo plateado de dos cuerpos revolcándose bajo la luz de la luna. Inmediatamente reconoció a su hija, como también reconoció la cruz de oro que colgaba del cuello de su amante.
En ese instante toda su vida se vino a abajo, Todo por lo que había luchado, sus expectativas, el futuro de su hija, su honor, su prestigio, todo derrumbado como un castillo de naipes .
Loco de ira, el sefardita, se fue hacia los muchachos que, entregados al amor y ajenos a lo que ocurría a su alrededor, no se percataron de la presencia del padre que se aproximaba.
EL CRIMEN
Conforme Leví se iba acercando a los amantes, su ira se acrecentaba. No soportaba la pecaminosa visión de su hija entregada al infiel, responsable de las desgracias de su pueblo, como una vulgar prostituta. De un modo instintivo, como un acto reflejo, sacó su daga de la vaina y la clavó en el corazón del cristiano.
A Fernando apenas le dio tiempo a reaccionar. Se llevó las manos al pecho en un intento de sacar la daga que le abrasaba , pero fue inútil. Solo tuvo de tiempo de volver su mirada a Raquel quién, desesperadamente, trataba de contener con sus manos la sangre que brotaba a borbotones del tórax de su amado.
El grito desgarrador proferido por la joven despertó a las sirvientas que acudieron al pozo y no podían creer el dantesco espectáculo expuesto ante sus ojos. Los dos muchachos desnudos envueltos en sangre, su amo Leví que trataba de abrazar a la joven que, a su vez, permanecía abrazada sollozando al cuerpo de Fernando.
Cuando por fin pudieron separar los cuerpos de los dos jóvenes, Raquel clavó sus ojos lacrimosos en los de su padre, con una mirada de odio que acabó de romper el corazón paterno y que le amargaría lo poco que le restaba de vida.
ILUSTRACIONES
1,. Amantes. Autor desconocido
2.-Mujer llorando. Eduard Munch
3.-Hombre apuñalado de Félix Vallotton
4 comentarios
Me encanta! Juanra nunca deja indiferente
Muchas gracias Pilar por tu comentario. Una maravilla escribir y saber que provoca sensaciones. Anima a seguir haciéndolo.
Como siempre, me asombra tu capacidad en la autoformación en cualquiera de los campos en los que te has interesado, así como el espíritu de superación en los trabajos unido al sentido artístico y estético.
Muchas gracias Martín por tu comentario. Aprecio mucho tu valoración, así como el desinteresado apoyo y cariño que siempre, toda una vida ya, me has demostrado. Gracias de nuevo querido amigo.