EL CAMINO DE LA VIDA
El camino de la vida es una frase tan manida, que pocas veces nos ponemos a pensar lo que realmente expresa. Como mi anterior post sobre Monfragüe, éste también va de un viaje: el de la vida. La frase tiene un doble sentido. Puede referirse al camino de la vida en el planeta o, lo más común, a la vida de una persona. Ambos sentidos tienen mucho que ver entre sí, como veremos. Esta publicación es una aproximación a la esencia de esta frase desde la biología, la física, la poesía, la filosofía y el arte.
LA VIDA
Paradójicamente en la ciencia, que es el camino del conocimiento objetivo, existe más incertidumbre que certezas, por muchas que éstas sean. Es por ello que, necesariamente, hay que recurrir a la metafísica para explicar, teorías que, aunque son científicas, no están exentas de lagunas.
Y eso hace, valientemente, el bioquímico y nobel Jacques Monod, quien en su fabuloso ensayo titulado «El azar y la necesidad», introduce estos dos términos, tan impropios de la ciencia, para explicar tanto el origen de la vida como la teoría de la evolución de las especies. El título está inspirado en una cita atribuida a Demócrito, filósofo del siglo V a. C según la cual «todo cuanto existe es fruto del azar y la necesidad».
Monod sostiene que la vida en la Tierra surge por un inusual accidente químico, y que es poco probable que se duplique en el vasto universo. Tan poco probable, que podríamos considerarlo de probabilidad cero, un evento único e irrepetible.
Concluye el autor: «El hombre sabe por fin que está solo en la inmensidad insensible del universo, de la cual surgió solo por casualidad. Su destino no está definido en ninguna parte, ni es su deber».
EL AZAR
Que un científico como Monod admita la aparición de la vida y del ser humano, como producto de la casualidad, no es la norma.
El azar o casualidad, como metafísica, son conceptos que despiertan poca simpatía entre muchos científicos y es lógico: ambos son poco precisos. Y eso, a pesar de que existen herramientas matemáticas para cuantificar el azar, muy utilizadas tanto en biología como física, sobre todo cuántica. Ésta es, fundamentalmente, aleatoria. La única forma de predecir el resultado de la observación de un sistema cuántico es probabilísticamente.
Según la mecánica cuántica, una partícula puede estar en dos estados superpuestos (de posición, momento, giro o energía). Como ejemplo en el mundo macroscópico, imagina que tu mascota estuviese tanto en el salón como en la cocina a la vez. Un poco extraño ¿no?
Al observar un estado superpuesto, a veces obtenemos x1, a veces obtenemos x2 (x1 y x2 son la descripción de estos dos estados). En el ejemplo anterior unas veces veríamos a la mascota en la cocina y otras en el salón (como ocurre en realidad). Pero esto pasa solo cuando observamos. El estado natural de la mascota cuando no es observada, es estar en la cocina y el salón a la vez.
Esta incapacidad para hacer una predicción precisa no se debe a nuestro desconocimiento del estado inicial del sistema (lo sabemos: se superpone), ni a nuestra incapacidad para calcular. La respuesta reside más bien en la casualidad intrínseca del sistema: la naturaleza misma no sabe qué nos proporcionará como resultado cuando hagamos una observación.
En el mundo físico, al menos en el nivel subatómico, el azar también existe.
Precisamente, por no admitir el azar, como un principio fundamental de la física de partículas, fue lo que llevó a Einstein, científico creyente, a pronunciar su famosa frase «Dios no juega a los dados».
A pesar de que Einstein no lo admitiera, la verdad es que, por lo que hoy sabemos, desde el big bang el azar ha estado presente en todos los procesos cósmicos y en nuestra propia existencia.
LA VIDA HUMANA.
Lo que si sabemos con certeza es que estamos hechos de estrellas:
-El 73% de los átomos del cuerpo humano proviene de la explosión de estrellas masivas.
-El 16,5% de los átomos que tenemos proceden de la muerte de estrellas de baja masa.
-Un 9,5% provienen del big bang.
-El 1% restante son parte de la explosión de enanas blancas.
De hecho, el 99% de nuestro cuerpo consta de solo cuatro elementos: carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno.
Elementos que provienen de regiones del universo muy alejadas en el espacio y en el tiempo. Dentro de la Tierra estos elementos funcionan como ladrillos en un continuo proceso de construcción y deconstrucción. Esto es lo que manifiesta Neruda en su poema «Casa».
«CASA»
Tal vez ésta es la casa en que viví
cuando yo no existí ni había tierra,
cuando todo era luna o piedra o sombra,
cuando la luz inmóvil no nacía.
Tal vez entonces esta piedra era
mi casa, mis ventanas o mis ojos.
Me recuerda esta rosa de granito
algo que me habitaba o que habité,
cueva o cabeza cósmica de sueños,
copa o castillo o nave o nacimiento.
Toco el tenaz esfuerzo de la roca,
su baluarte golpeado en la salmuera,
y sé que aquí quedaron grietas mías,
arrugadas sustancias que subieron
desde profundidades hasta mi alma.
Y piedra fui, piedra seré, por eso
toco esta piedra y para mí no ha muerto:
es lo que fui, lo que seré, reposo
de tu combate tan largo como el tiempo.
EL CAMINO DE LA VIDA HUMANA.
Ahora me refiero a la acepción de vida como el tiempo, entre el nacimiento y la muerte, de un ser humano. Y si que existe un camino para éste, en cuanto que hay una serie de pasos que conectan el origen, su nacimiento, con su inevitable destino, la muerte, y en el que cada paso va determinando el trazado. Esta idea la expresa perfectamente Machado, en su poema musicalizado por Joan Manuel Serrat, «Caminante, no hay camino, se hace camino al andar».
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.
Si asumimos que se hace camino al andar, estamos aceptando que es la acción, con cada paso, la que nos define. Esto tiene un matiz claramente existencialista. Caminamos por imperativo, no nos queda otra. Es la propia existencia, no nuestra esencia o naturaleza, la que nos empuja a seguir avanzando, de acuerdo con la máxima existencialista «La existencia precede a la esencia».
LA ANGUSTIA EXISTENCIAL
Ya a partir de la adolescencia vamos tomando conciencia de que somos el resultado de nuestras propias decisiones. Para Sartre, filósofo existencialista , la angustia es un sentimiento que acompaña invariablemente al humano porque es expresión de la conciencia de su inevitable libertad. Somos arrojados a este mundo y obligados a actuar y si bien existen condicionantes (culturales, por ejemplo) nuestro destino no está, para nada, determinado, es el resultado de lo que vamos decidiendo.
La angustia no es por ningún motivo concreto, ni de ningún objeto externo, es miedo de uno mismo, de nuestras decisiones y de las consecuencias de éstas. Es, en definitiva, la emoción o sentimiento que sobreviene con la conciencia de la libertad.
La desazón existencial siempre ha estado presente, como se pone de manifiesto en el siguiente poema de Rubén Darío.
LO FATAL
Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror…
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!.
EL FINAL DEL CAMINO
Solo dejamos de andar cuando se acaba el camino. Cuando va a ocurrir esto es algo que no sabemos. Mientras tanto solo podemos ocuparnos de andarlo de la mejor manera posible. Tropezaremos, pero eso nos enseñará dónde están los obstáculos y como superarlos. Tendremos que ir aprendiendo a valorar todo lo que nos encontremos en el camino, bueno y malo, porque todo forma parte de él. Para ello contamos con el apoyo de la filosofía, como la actitud estoica, puesta de manifiesto en este fragmento de Marco Aurelio:
«Vivimos por un instante, sólo para caer en el completo olvido y el vacío infinito de tiempo de esta parte de nuestra existencia.» (…). La vida es lucha y peregrinaje por tierra extraña; la fama póstuma, olvido. ¿Qué queda después para acompañarnos?: una sola cosa, la filosofía. Es decir, mantener a nuestro genio interior, sin que sufra afrenta ni daño alguno, por encima de placeres y dolores; sin obrar al azar, al margen de falsedades y máscaras; sin preocuparse de lo que otra persona haga o deje de hacer; aceptando todo lo que le pueda suceder o tocar en suerte, porque todo procede del mismo lugar de donde él mismo procede. Y, sobre todo, que aguarde la muerte con entereza de ánimo, porque la muerte no supone sino la disolución de los elementos que constituyen un ser vivo. SI para estos elementos no resulta terrible estar en continuo cambio, ¿porqué hemos de temer el cambio y la disolución del todo?. Todo ello está regido por la naturaleza; y nada es malo si es conforme a la naturaleza.»
Extraordinario Marco Aurelio, un hombre de hace casi 2000 años, que escribía en un diario una guía para su crecimiento espiritual, entre continuas campañas de guerra. Aparte de a practicar el desapego, nos enseña a través de sus «Meditaciones»:
-A aceptar todo lo que nos venga, porque ese es el propósito de la vida.
-A valorar lo que tenemos y no desear lo que no podemos tener.
-Que la vida es breve y hay que aprovecharla al máximo, viviendo el presente que es lo único que existe.
-A simplificar la vida al máximo, alejándonos de todo aquello que nos perturba, críticas y opiniones ajenas, discusiones absurdas, etc. También en lo material, no importa lo que tienes sino lo que eres, y se puede ser feliz con muy poco.
– Y si todo está en continuo cambio ¿porqué preocuparse por la muerte, que solo es un cambio más y, además, inevitable?.
Me parece que Marco Aurelio escribió una excelente guía para el viaje de su vida y las de algunos más.
MI REFLEXIÓN
La vida es un camino que nos vemos obligados a recorrer. Aparecemos en este mundo por casualidad y somos empujados a crear nuestro destino. Este va depender de nuestras decisiones, también condicionadas por el azar y la necesidad. La responsabilidad sobre nuestro futuro y la certeza de un final, van de la mano de una sensación de ansiedad, consustancial a la existencia, que debemos aprender a gestionar.
Mientras no se demuestre lo contrario, estamos solos en un universo indiferente a lo humano. Pero nosotros necesitamos dar sentido a la existencia. Nuestro conocimiento objetivo de la realidad física ha avanzado mucho, pero está lejos todavía de dar respuesta a las grandes cuestiones que desde siempre nos hemos planteado.
Por eso construimos creencias. Todas tienen una base filosófica y son de ayuda en ocasiones como guía en el camino y para satisfacer nuestra necesidad espiritual. Pero tienen un componente dogmático que se escapa a la razón y al conocimiento y, por tanto, al propósito de este artículo.
Es muy posible que no encontremos respuestas sencillamente porque no existen. Por lo que sabemos, el azar juega un papel fundamental en el funcionamiento del universo, desde el principio del tiempo hasta hoy. Puede que a Dios si le guste jugar a los dados.
RECONSTRUCCION DE ALGUNOS HECHOS SOSPECHADOS
Con el conocimiento actual, esta es una hipótesis sólida respecto al origen de la vida:
Se calcula que hace 13700 millones de años ocurrió el big bang. Se han necesitado más de 9000 millones de años de eventos cósmicos para crear un planeta como el nuestro. 700 millones de años después de su aparición, en el gran laboratorio de química que era la Tierra primitiva, se sintetizaron las primeras moléculas orgánicas, que fueron organizándose progresivamente para formar otras más largas y complejas.
Entre las innumerables combinaciones posibles de estas moléculas, surge por accidente una, que es un sistema con membrana que lo aísla del medio, con la posibilidad de intercambiar materia y energía con éste y con una molécula de información genética (probablemente un péptido ARN por los últimos descubrimientos).
Son varias las hipótesis respecto a la composición y origen de estas moléculas, pero el resultado final es el mismo: la primera forma de vida .Y ahí empezó todo. El azar, la necesidad y las leyes bio-físico-químicas hicieron el resto, hasta llegar a nosotros, en los que el universo puede contemplarse a si mismo.
EPÍLOGO
El hecho de que la vida en general y la nuestra en particular sean producto del azar ¿Afecta a su sentido?. En absoluto, la hace más atractiva y misteriosa, como un juego. El simple hecho de existir ya me parece maravilloso. Creo que la vida es un accidente cósmico milagroso que merece la pena explorar, transitar y cuidar. Por mucho que sepamos de ella siempre será un misterio fascinante. Pero también conlleva una responsabilidad, tanto a nivel individual como colectivo. Y digo todo lo anterior para las dos acepciones de «Vida».
El camino de la vida a veces es doloroso, pero también placentero. «Vivir es un accidente, un ejercicio de gozo y dolor» como dice Aute, quién también expresa la angustia existencial «En esta noche infinita que va meciendo este gran ataúd» y el rol del conocimiento «la ciencia es una estrategia, una manera de atar la verdad, que es algo más que materia, pues el misterio se oculta detrás». Dejo una joya, «De paso» de Luis Eduardo Aute, un humanista de nuestro tiempo . En ella, este gran artista, expresa su visión del camino de la vida.
Y para concluir con un poco de humor, dejo la visión del camino de la vida ( próxima a la de Marco Aurelio pero con más ironía) de otro artista, también referente cultural de mi generación.
Deja una respuesta